Junto con el nuevo trabajo de Andrés vinieron cambios para toda la familia, el principal fue que tuvieron que mudarse de ciudad.
A los más pequeños no les molestaba el cambio, pero el hijo mayor un
adolescente de 15 años no estuvo de acuerdo, había dejado sus amigos, su
escuela, su vida atrás.
Al llegar a su nuevo hogar se
impresionaron un poco, la casa era enorme vista desde fuera, más de lo
que se habían imaginado, la madre saltaba de gusto con sus dos hijos
péquenos, les parecía un castillo. El padre se sentía orgulloso de ver a
los miembros de su familia tan contentos, aunque su hijo mayor no
expresaba emoción alguna, solo cargaba las mochilas hasta la entrada sin
decir una palabra.
Decidieron entrar todos juntos,
tomados de la mano pasaron a un gran salón, que estaba en su totalidad
amueblado, había en la pared el retrato de un payaso, con el puño cerrado, lo cual logró que el jovencito entrara en el ambiente de festejo de los demás diciendo: – Que buen gusto tienen para decorar -, mientras se reía de forma sarcástica y apuntaba hacia el cuadro – Yo creo que es bonito dijo uno de los pequeños – y
así asintieron los demás, el único que no estuvo de a cuerdo fue el
padre, pero por mayoría de votos, el cuadro permaneció en su lugar.
Después de hablar un rato sobre su
nueva casa y hacer planes fueron a dormir cansados. A la mañana
siguiente el padre se levantó más temprano que todos con una actitud
sospechosa, pasado un instante la policía llegó al lugar mientras él les
comunicaba a sus hijos que su madre había fallecido de un infarto.
Nadie prestaba atención al cuadro del payaso, pero este había subido un
dedo de su mano. Esa noche la tía de los pequeños vino desde lejos a
cuidarlos, mientras el padre se organizaba, pero a los pocos días el
hombre murió también ahogado en la bañera, pensaban que se había suicidado. De nuevo nadie notaba el cuadro, pero el payaso había levantado ya dos dedos.
Uno de los pequeños enfermó
gravemente, mientras estaban en el hospital, el payaso levantó el tercer
dedo, la tía llegó a casa a comunicarles que su hermano había muerto.
Un poco confundido el joven se fue a la calle tratando de digerir lo
sucedido, pues su familia se estaba acabando. Cuando el joven regresó,
vio la casa hecha cenizas, se había quemado por completo con su hermana y
su tía dentro, esta vez sí estaba completamente solo. Entre gritos y
llantos pudo ver que lo único que los bomberos lograron rescatar intacto
fue el cuadro del payaso, con la mano completamente abierta.
Después de pasar 10 años entre
ventas, regalos y subastas el cuadro llegó a manos de otra familia,
cuando lo colgaron en la pared, este tenía su mano completamente
cerrada, esperando un nuevo conteo.
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