SEÑORA DE EDAD INCALCULABLE
Roberto y Julián se encontraban en la estación de policías, estaban
detallando el reporte del crimen que se había cometido, tenían un expediente
sobre el caso del “Asesino Poeta”, como lo había apodado la prensa y diversos
medios de comunicación, debido a que comenzó a dejar pedazos de papel con
frases en el cuello de cada dos víctimas, por lo que se tenía de los papeles,
todo indicaba que se trataba de un poema que poco a poco se iba escribiendo.
–Ya van más de quince victimas, no puedo creer que aun no consigamos
alguna pista de ese bastardo–, dijo Roberto a Julián, mientras observaba las
fotografías de la escena del crimen y de la víctima.
–Si tan solo se pudiera hallar algo más que solo esa estúpida copa y
los pedazos de papel–, respondió Julián, quien se encontraba observando un mapa
de los asesinatos, tratando de encontrar un patrón y poder predecir el
siguiente movimiento del asesino, –¿Aun no han llamado los forenses? –,
pregunto Julián a Roberto, al tiempo que se acercaba al escritorio para ordenar
las hojas del reporte y meterlas en un folder para entregarlo a sus superiores.
–No, aun no lo han hecho, espero de verdad que esta vez puedan hallar
algo mas, algo que nos lleve a la captura de este sujeto–, respondió Roberto a
Julián mientras organizaba las fotos y las sostenía con un clip para después
meterlas en un sobre junto a otro documento.
Repentinamente sonó el teléfono de Roberto, este lo observo, era una
llamada, presiono el botón para contestar y acerco el teléfono a su oreja.
–Agente Roberto Martínez–
–Buena noches agente, soy el Sargento Velázquez–, decía Velásquez al
otro lado del teléfono
–Buena noche Sargento, ¿llama para darnos alguna información? –,
preguntó Roberto,
–Así es, los forense pudieron hallar algo, un trozo de papel dentro de
la garanta de la chica, pero me imagino que eso ustedes ya lo sospechaban–,
decía Velásquez a Roberto, quien asintió con la cabeza al comentario del
Sargento.
–Si sargento, suponíamos que esto pasaría, dígame, ¿pudieron hallar
algo más? –
–Si agente, también se hallaron unas huellas dactilares en el papel, pero
por desgracia pertenecen a la joven–, Roberto frunció el seño, creyendo que
nuevamente no obtendrían algo más que solo el trozo de papel, –Aunque me
informaron que además de eso, los forenses encontraron algo mas–, dijo
Velásquez, y este cambio su cara de desesperado por asombro.
–¿Algo más? –, preguntó repentinamente Roberto.
–Así es agente, también se encontró en el pedazo de papel un pequeño
fragmento de cabello, al parecer este se quedo adherido al papel cuando se
introdujo y la sangre se coagulo–
–Y que paso Sargento, ¿ya hicieron las pruebas para corroborar que el
cabello no pertenece a la chica? –, preguntó Roberto algo acelerado.
–En estos momentos los especialistas lo están analizando, en cuanto
tengan los resultados me informaran y yo les pasare el dato a ustedes ¿de
acuerdo? –, respondió Velásquez.
–Está bien Sargento, se lo encargo, espero que este nuevo dato nos
ayude en la captura de ese lunático–, dijo Roberto antes de despedirse del
Sargento Velásquez y colgar.
–Entonces ¿hay una nueva pista? –, preguntó Julián a Roberto.
–Sí–, contestó Roberto, –Encontraron un pedazo de cabello, quizá se
desprendió del sujeto mientras colocaba el pedazo de papel en la garganta de la
chica–, prosiguió Roberto.
–Bueno esperemos que sea de él y no de la joven–, continuó Julia, –Sera
mejor que entreguemos el reporte y esperemos a que el Sargento te llame
nuevamente–
–Tienes razón, necesito un pequeño respiro, vamos por algo para cenar
¿qué dices? –, dijo Roberto.
–De acuerdo vamos entonces–, dijo Julián.
Mientras la noche transcurría Roberto y Julián hablaban del caso y
recordaban sucesos anteriores al crimen
de esa noche, cuando comenzaron con el caso del ”Asesino Poeta”, Roberto sentía
una gran frustración puesto que el tenia
la seguridad de haberse topado con el asesino tiempo atrás, pero nunca se
imagino los acontecimientos que ocurrirían después de ese encuentro.
–Hey Roberto, ¿estás pensando de nuevo en esa noche? –, preguntó
Julián, quien observaba que Roberto tenía una expresión de seriedad en su
rostro y su mirada se veía perdida en los viejos recuerdos de su mente.
–Si lo siento Julián, no puedo evitarlo–, respondió Roberto, –Sabes
que no puedo evitar sentir algo de responsabilidad por lo que ocurre ahora, si
tan solo yo..–, decía Roberto con tono de frustración y fuerza en sus ojos, al
tiempo que empuñaba y apretaba las manos.
–Oye tranquilízate amigo, lo que paso esa noche no fue culpa tuya,
como ibas a saber que las cosas serian así, además no estás seguro de que sea
el mismo sujeto, es verdad que la descripción que nos dieron del asesino hace
tiempo es parecida, pero ya pronto nos darán los resultados de
los estudios de ADN del cabello recuperado, con eso despejaremos esa gran duda,
vamos Roberto, cena que tu comida se va a enfriar–, Roberto reflexionó unos
instantes y decidió dejar de pensar en el asunto por unos momentos.
–Tienes razón Julián, creo que no me he tomado un respiro a causa de
esta situación, siento que estoy perdiendo la cabeza y el juicio, pero de
momento no puedo hacer más que esperar que nos den los resultados, así que esta
noche tratare de dormir un poco, quizá es lo que necesito–, Roberto relajo sus
hombros y se recargo en la mesa para comenzar a cenar.
–Bien dicho, la verdad es que si nos hace falta dormir, sobre todo a
ti, esta ha sido una semana muy dura para todos–.
Al terminar la cena, Julián y Roberto se dirigieron a sus respectivos
departamentos, al llegar a su departamento Roberto se recostó en su cama y
trató de dormir un poco para recuperarse del estrés del trabajo e intentar
olvidarse por unos instantes del asunto del asesino. Poco a poco sintió como el
sueño se apoderaba de él, lentamente se hundió en un sueño profundo, pero no
muy agradable, sus recuerdos de aquella trágica noche comenzaron a surgir,
envolviéndolo en una pesadilla, las imágenes de aquella noche se fueron
haciendo más y más claras...
Dos años atrás…
Era una noche fría de febrero, el viento soplaba con fuerza y el frio
se asentaba con fuerza sobre las calles de la ciudad, un oficial acudía a un
llamado de emergencia, varias personas reportaban gritos de auxilio y maltrato
en un edificio cercano, el policía de turno acudió con su nuevo compañero, se
acercaron al edificio en una patrulla, bajaron y entraron para
inspeccionar, unos vecinos se encontraban fuera y les dieron la información
del lugar exacto del crimen, en un departamento se escuchaban los gritos de
varias personas siendo atacadas, torturadas y asesinada.
Ambos agentes se miraron y desenfundaron sus armas, quitaron el seguro
de los gatillos y se adentraron al edificio para llegar al tercer piso y entrar
al departamento 302, subieron las escaleras rápidamente pero teniendo cuidado
de no hacer ruido que pudiera alertar al criminal. Al llegar al departamento se
situaron uno a un lado de la puerta y otro de frente para abrirla.
–¿Estás listo para esto?–, pregunto Roberto a Julián, quien iniciaba
su vida policía hacia apenas una semana y fue asignado como compañero de
patrulla a Roberto.
–¡Sí, estoy listo, hagámoslo!–, Julián respiro profundo y tomo su
pistola firmemente.
–¡Policía, vamos a entrar!–,
grito Roberto, quien dio una patada a la puerta para abrirla rápidamente y
Julián se introdujo inmediatamente para cubrir la entrada, ambos policías se
introdujeron rápidamente al departamento, el cual se encontraba totalmente
oscuro, únicamente una pequeña vela en un buro iluminaba la habitación, ambos
agente miraron alrededor del lugar para encontrar a las víctimas y al asesino,
de pronto escucharon un ruido en la habitación del fondo, un vidrio había sido
roto y sospecharon que el asesino intentaba escapar por la ventana.
–¡Rayos!, vamos Julián debemos agarrar a este tipo, pide refuerzos–,
dijo Roberto mientras ambos corrieron para llegar a la habitación, Julián saco
su radio y pido refuerzos en su ubicación, la estación respondió que tardarían
alrededor de 5 minutos en llegar, Julián les pidió que se apresuraran, había
rehenes en el lugar y el asesino intentaba escapar.
Roberto entró a la habitación con el arma preparada y apuntando en
todas direcciones, buscando al asesino, en la habitación solo se encontraban 8
personas atadas y 2 más ya hacían tiradas en el suelo, desangradas y con la
garganta abierta, Roberto se acerco a las víctimas, todas estaban catatónicas y
sin poder hablar, Julián se acerco a la ventanas y se percato de que no había
posibilidad de que el asesino pudiera escapar por allí, puesto que estaban en
el tercer piso y no había manera de que él pudiera bajar por la pared.
–Hey Roberto, el asesino sigue en el departamento–, dijo Julián y
ambos se acercaron a la puerta de la habitación, Roberto se asomó y miró hacia
el pasillo para comprobar si había alguien cerca, entonces notó la silueta de
una persona que se alejaba del lugar lentamente.
–Quédate aquí, cuida de los rehenes, yo voy tras el sujeto–, ordenó
Roberto a Julián, quien se acerco a las víctimas.
–Con cuidado Roberto, debe estar armado este sujeto, por lo que se ve,
con un cuchillo–, respondió Julián.
Roberto corrió detrás de aquella silueta quien llego a la salida del
departamento e intento bajar las escaleras, con pasos toscos y de forma brusca.
–¡Quieto!, no des un paso más o disparare–, dijo Roberto al sujeto,
quien se detuvo al instante y asustado levanto las manos.
–Da la vuelta lentamente–, ordenó Roberto. El hombre se dio la vuelta
y la cara de Roberto se lleno de asombro, pues el sujeto era otro rehén que
intentaba escapar, su cara mostraba signos de tortura y múltiples golpes, por
esa razón caminaba de forma tosca, pero lo que más sorprendió a Roberto es que
al hombre le habían arrancado la lengua y de su boca emanaba mucha sangre,
entonces el tipo cayó al suelo, débil e inconsciente por todo el dolor que
había pasado.
Rápidamente Roberto lo atrapo y los recargo contra la pared para
tratar de ayudarlo, tomo su radio y pidió apoyo a las ambulancias y paramédicos,
rápidamente llegaron un par de paramédicos con un camilla, tomaron al sujeto
con cuidado y lo sacaron, Roberto tomo su radio y dio el aviso a
Julián de que el asesino seguía adentro.
–Alerta Julián el asesino sigue adentro–, dijo Roberto por el radio,
extrañamente Julián no respondía
–¿Julián me escuchas?, ¡Julián!–, pensando lo peor Roberto sostuvo su
arma nuevamente y corrió de regreso al interior del departamento.
–Maldición, Julián–, se dijo así mismo, cuando llegó a la habitación
su rostro se lleno nuevamente se asombro y miedo, Julián estaba en el suelo
junto a las víctimas, todas amordazadas de pies y manos y sin poder gritar más,
no pudieron alertar a Julián cuando el asesino lo ataco con el cuchillo
repentinamente, y lo había herido en un costado del tórax.
–¡Maldición!, Julián aguanta, vamos compañero quédate conmigo–, decía
Roberto a Julián mientras lo ayudaba a levantarse,
–Solicito apoyo, oficial herido, repito oficial herido–, Roberto
rápidamente saco a Julián del departamento.
–¿Oye puedes esperar a los paramédicos aquí?–, Roberto preguntó a
Julián, pues sabía que no podía dejar a las demás personas solas en la
habitación del departamento.
–Claro amigo, ve, detén a ese bastardo y dale un tiro por mi–,
respondió Julián, soltando una risa que se apago rápido por un repentino dolor
en la herida por el movimiento al reírse.
–Muy bien, ¿viste a donde se metió ese desgraciado? –
–Vi que entro a la habitación de al lado, maldición ni si quiera me di
cuenta cuando entro, estaba de espaldas revisando a una de la victimas–
–Tranquilo, yo me hare cargo ahora, nos veremos pronto–, Roberto
regreso al departamento, los paramédicos llegaron y atendieron a Julián,
corriendo y con el arma lista Roberto entro a la habitación, todas las víctimas
estaban inconscientes, solo un sujeto estaba despierto, débil y con el
semblante casi en blanco.
–Tranquilos ya casi termina esto–, dijo Roberto y se acerco a la
habitación, estaba cerrada con seguro, tomando su arma con firmeza, Roberto
disparan a la chapa de la puerta y la abrió de una patada al momento que entró
con su arma lista para disparar.
La habitación estaba en total oscuridad, únicamente una luz tenue que entraba
por la puerta dejaba ver al fondo una silueta, había un hombre de pie
sosteniendo un objeto en la mano derecha, Roberto coloco su arma en dirección
hacia el hombre y grito con voz agresiva que se mostrara, le ordeno soltar el
objeto de su mano el cual tenía forma de una cuchillo y después que se
entregara.
–¡Sal con las manos en alto y no haga ningún movimiento brusco! –,
dijo Roberto, sin embargo, el sujeto no hacía caso, simplemente seguía de pie
sin hacer movimiento alguno.
–No escuchaste, arrójate al piso y quédate boca abajo–, Roberto le dio
una nueva orden al hombre, el cual parecía ignorarlo y seguir de pie en el
fondo de la habitación. Roberto, al ver que sus órdenes y su forma intimidante
de ordenarle no funcionaban, decidió avanzar hacia el sujeto sin dejar de
apuntarle con su arma, manteniendo la mirada fija sobre aquel hombre, Roberto
llego hasta colocarse a un metro de distancia y mirar que estaba de espaldas
hacia él, entonces noto que el objeto que sostenía el hombre no era un arma,
era simplemente un cepillo para cabello atado a su mano con cinta adhesiva.
–Da la vuelta–, dijo Roberto con seriedad, algo extrañado de ver al
sujeto con el objeto atado a su mano, entonces rápidamente lo tomo del hombro
para darle vuelta y recuperar su postura nuevamente para apuntarlo con su arma,
sin embargo su rostro se lleno de sorpresa y un semblante de miedo se formo en
su rostro.
–Pero qué demonios–, se dijo así mismo Roberto, pues el hombre cayó al
suelo, completamente muerto con una expresión de horror en su cara y una gran
mancha de sangre que cubría toda su boca y garganta, Roberto se dio cuenta de
que el asesino había colocado unas barras de madera en el cuerpo para
mantenerlo erguido y lo recargo de forma cuidadosa sobre la pared para que el
cuerpo diera la apariencia de estar de pie.
Roberto escucho un grito proveniente del cuarto de las víctimas y
rápidamente se dirigió hacia ellos, en el suelo ya hacían todas las victimas
desmayadas y una en estado de shock, al parecer el asesino había entrado en la
habitación y los había golpeado en la nuca para noquearlos y lograr escapar.
Sin pensarlo Roberto llamo a los paramédicos para que entraran al departamento
y sacaran a todas las personas, así pasó y poco a poco cada persona fue sacada
con cuidado para evitar lastimarlas más de lo que ya estaban. Roberto espero
hasta que salieron todas las víctimas, sin embargo, noto algo extraño.
–Falta un hombre–, se dijo así mismo y regreso al interior del
departamento para verificar que solo fuese su imaginación, por desgracia no fue
así, en la habitación de las víctimas, ya hacia un hombre recostado contra la
pared, a Roberto le pareció demasiado extraño que los paramédicos no lo
hubiesen visto al momento de sacar a las demás personas.
–Oiga, ¿puede escucharme? –, le pregunto Roberto al hombre, el cual
tenía la cabeza inclinada hacia abajo y no daba señas de estar consciente,
esperando que no estuviese muerto, Roberto se acerco a él para levantarlo y
sacarlo del lugar.
–Descuida amigo, esto pronto terminara–, dijo Roberto al hombre con
tono suave, mientras lo recargaba en su hombro para levantarlo y llevarlo al
exterior.
–Así es amigo, pronto terminara–, escucho Roberto que aquel hombre
murmullo hacia él.
–Pronto terminara para ti–, continuo el hombre y repentinamente saco
un cuchillo que llevaba oculto en la manga derecha de su abrigo, y en un
movimiento rápido giro su cuerpo de derecha a izquierda y apuñalo en el tórax a
Roberto, este por su parte no pudo reaccionar a tiempo, puesto que tenia al
hombre recargado sobre él y aun más, en una posición en la cual estaba
totalmente indefenso ante el inminente ataque. Con su mano izquierda el tipo arrojo
a Roberto al suelo y salió a la calle, al momento de estar a punto de salir, el
hombre comenzó a tambalearse y a pedir ayuda a las personas que estaban fuera
del edificio.
–Ayuda, ayuda, por favor, hay un policía herido en el departamento,
por favor ayúdenlo–, el hombre se dejo caer al suelo mostrando señales de
cansancio y debilidad, un par de paramédicos los auxiliaron y los tres policías
de refuerzo entraron al edificio, cuando estaba por llegar al departamento,
encontraron a Roberto arrastrándose por las escaleras e intentando levantarse
para poder seguir al sujeto, sin embargo, el esfuerzo hacia que perdiera mucha
sangre.
–¿Dónde está? –, pregunto Roberto a los policías con tono de furia y a
la vez algo opaco por la falta de energía, los policías no sabían de quien
preguntaban y uno le respondió que el hombre que salió ya estaba a salvo,
entonces dos de ellos levantaron a Roberto y los ayudaron a salir, mientras el
tercero vigilaba que no hubiera nadie más, pues se creía que el asesino seguí
dentro del edificio.
–Descuida, pronto te atenderán, no te pre..
–¿Dónde está ese sujeto? –, Roberto interrumpió de golpe al policía
que le hablaba y este solo miro a sus compañeros, y nuevamente regreso a mirar
a Roberto.
–Descuida, está bien, ya lo están atendiendo, ¿Es amigo tuyo? –,
contesto el policía.
–No, deben detenerlo, ese sujeto es el asesino, ese bastardo me hirió–,
respondió Roberto al tiempo que lograba incorporarse por completo y comenzó a
buscar al sujeto entre la multitud.
–¡Roberto! – grito Julián, se acercó a él y lo ayudo a sostenerse.
–¿Que paso?, ¿Dónde está el asesino? –, preguntó Julián a Roberto al
verlo en su condición.
–Ese maldito acaba de salir, ¿Dónde está el sujeto que salió después
de todos? –, dijo Roberto al momento que preparaba su arma.
–¡Maldición!, lo estaban revisando unos paramédicos–, dijo Julián,
ayudando a Roberto a avanzar a la ambulancia donde era atendido el asesino. Al
llegar al vehículo, este se encontraba con las puertas cerradas, rápidamente
Roberto se incorporo y camino más rápido hasta llegar a la ambulancia.
–Con cuidado Roberto, no te esfuerces demás–, dijo Julián quien lo
alcanzo y miró como Roberto abría las puertas de golpe, una expresión de
asombro e incredulidad se formo en el rostro de ambos oficiales, al ver el
siniestro espectáculo dentro del vehículo.
Dentro de la ambulancia ya hacían los dos paramédicos que atendían a
aquel hombre, uno tenía un corte en la garganta con un pedazo de vidrio, el
tipo golpeo una ventana de la puerta y tomo un trozo de cristal para realizar
un corte rápido, el otro paramédico había sido estrangulado con el cable de un
estetoscopio, ambos cuerpos estaban acomodados de modo que uno parecía estar
sentado al fondo de la ambulancia con una revista en las manos, y el otro estaba
recostado sobre la camilla de la ambulancia con la manos detrás de la nuca como
si estuviese descansando, por si eso no fuera poco, el asesino escribió con
sangre de sus víctimas, la frase “ven
conmigo a bailar bajo la luz de la luna llena” y dibujo una sonrisa con
sangre en los rostros de ambos paramédicos.
–¡Ese maldito! –, grito Roberto y comenzó a mirar a los alrededores,
apuntando con su arma, pero notaba como su mirada se tornaba borrosa y sus
manos comenzaban a temblar, producto del esfuerzo por mantener el arma firme y
a la vez trata de estar en pie.
–¡Roberto, por allá!–, exclamo Julián al tiempo que señalo hacia una
zona muy oscura que daba hacia un callejón, una silueta se alejaba lentamente
hacia la oscuridad, el hombre ya se encontraba a unos 50 metros de ellos.
–Malnacido, no vas a escapara–, dijo Julián y con un sobre esfuerzo
apunto su arma y detono tres disparan hacia el sujeto, los dos primero fallaron
y el tercero dio en el objetivo, la última bala alcanzo la pierna del asesino y
este cayo de golpe al suelo, en ese momento Julián perdió el sentido.
–Rápido ayuden a mi compañero–, Roberto ordenó a los oficiales y
paramédicos de apoyo al mismo tiempo que avanzaba hacia el sujeto y se preparaba
para disparar otra vez de ser necesario, no podía correr, puesto que su herida
no se lo permitía, pero él hacia un esfuerzo por llegar y dar fin a esa
pesadilla.
–Esto termina ahora–, dijo mientras avanzaba, pero al estar a un par
de metros de distancia del sujeto, notó que este se levanto y comenzó a andar
nuevamente, con la pierna herida y dejando un rastro de sangre.
–¡Maldición! –, dijo Roberto y coloco su arma apuntando hacia el
sujeto.
–Alto, no des un paso más o abriré fuego–, grito Roberto al tipo, este
se detuvo y lentamente levantó sus manos hasta tenerla a la altura de sus
hombros.
–Arrodíllate lentamente y pon las manos en la nuca–, le ordenó Roberto,
el hombre únicamente permaneció de pie, sin hacer movimiento alguno, no hacía
caso de la orden de Roberto, él solo estaba de pie, dándole la espalda con las
manos a aire, sin más. Roberto avanzó hasta llegar estar a un metro de
distancia del sujeto, lo revisó con la mirada de pies a cabeza para asegurarse
de que este no llevara el cuchillo consigo.
–Solo lo diré una vez más, arrodíllate y pon las manos en la nuca,
¡Ahora! –, nuevamente ordenó Roberto al hombre, y colocó el cañón del arma
sobre su espalda a la altura de los hombros.
–Escuche, oficial–, dijo el hombre a Roberto con tono irónico y algo
burlesco.
–No puedo hacer lo que me pide–, continuó el hombre sin voltear a ver
a Roberto o mover la cabeza si quiera.
–Hazlo, rápido–, insistió Roberto enfurecido por la actitud
desafiante, irónica y soberbia que reflejaba el hombre frente a él.
–Vera oficial, me dispararon, debo decir que fueron bastante buenos a
pesar de su condición y la distancia en la que me encontraba de ustedes, y
como pudo notar, ese último disparo alcanzo mi pierna, no puedo arrodillarme,
pues me causa mucho dolor al hacerlo y mis brazos están ya agotados por el
sobre esfuerzo de esta noche, porque no simplemente me esposa así como estoy y
me lleva consigo a su estación policiaca, para que perder tiempo en
arrodillarme, colocar mis manos en la nuca, si de todas formas tendré que
levantarme nuevamente y eso me lastimara más la pierna, no cree que eso sería
una crueldad–, el hombre dijo a Roberto con su mismo asentó de ironía. Roberto
lo observaba con una furia en sus ojos al ver la forma tan simplona de
expresarse del sujeto, como si el fuese la victima de la situación.
–Desgraciado, no hables de crueldad, después de las bajezas que has
hecho, debería dispararte ahora mismo y acabar con una escoria de este mundo–,
respondió Roberto mientras sostenía su arma con ambas manos y contenía ese impulso
por jalar el gatillo y darle un disparan en la cabeza al hombre, quien parecía
que lo provocaba con cada palabra.
–¿Y porque no lo hace oficial? ¿Qué es lo que lo detiene para cometer
semejante acto? –, dijo el hombre con un tono de sarcasmo e insolencia hacia el
policía.
–Escuche, estoy cansado la noche casi termina y no pude verla, gracias
a ustedes–, dijo el hombre algo decepcionado.
–¿Verla? ¿De quién hablas? ¿A quién te refieres? ¿Es que a caso tienes
una cómplice en los homicidios? –, preguntó Roberto.
–¿No se supone que el interrogatorio se debe realizar en la estación
de policías oficial, en un cuarto con un folder en la mesa con mis datos,
quizás algo de café, el policía bueno y el policía malo? –, respondió el hombre
con tono burlesco.
–Será mejor que guardes silencio, yo..–, Roberto sintió una punzada
momentánea en la herida y no pudo evitar bajar los brazos un poco y contraer el
abdomen.
–¡Maldición! –, sin poder reaccionar, Roberto vio como el hombre se
volteo en un parpadeo girando de izquierda a derecha al tiempo que soltó una
patada hacia él, dando en el costado derecho del tórax y derribándolo, Roberto
cayó al suelo y se retorció del dolor, pues la patada del tipo había hecho que
se abriera mas la herida que tenia.
–Desgraciado–, dijo Roberto con la voz entre cortada. Un trueno se
escucho en el cielo y poco a poco una lluvia se dejo caer sobre la ciudad,
arrastrando consigo la sangre de Roberto y la del asesino hacia una coladera
cerca del lugar.
–¿Qué sucede oficial, a caso te dieron cólicos?, mmh.. no deberías
hacer mucho esfuerzo cuando este en sus días–, dijo el hombre a Roberto
mientras se acercaba y se colocaba en cuclillas frente a él, a pesar de tenerlo
con el rostro frente a él, Roberto no lo pudo ver por la oscuridad del lugar y
porque la única luz que alumbraba el callejón quedaba de espaldas al asesino.
–Bueno que te parece, al final pude doblar un poco las piernas, pero
ya me canse así que si no te importa me levantare–, continuó el hombre.
–Bueno veo que hay movimiento nuevamente así que me voy, será mejor
que te revisen esa herida, podría infectarse–, el hombre comenzó a caminar
lentamente sintiendo el dolor en la pierna, y soltando una risa al ver que no
podrían atraparlo, al final se alejo del lugar, dejando a Roberto tirado en el
callejon, sin poder moverse, a Julián inconsciente por el cansancio y la herida,
una habitación deshecha y con manchas de sangre por todas partes, una multitud
sumergidas en el caos, el miedo y la desesperación, varios cuerpos sin vida,
una lluvia que borro cualquier rastro que pudieran conseguir de su sangre y una
sombra pesada sobre la ciudad. Poco a poco la noche se iba y la luz del sol alumbraba nuevamente las
calles y edificios de la ciudad, pero Roberto sintió que quedo atrapado en la
oscuridad de esa noche, escuchando la voz de ese sujeto y sintiendo la
impotencia de no poderlo atrapar.
…El sueño se desvanecía y poco a poco un sonido hacia que Roberto
despertara de tan horrible pesadilla. Era el sonido de la alarma del
despertado, eran las 5:00 a.m., Roberto despertó de golpe y sudando por el
frenesí que le había producido aquella pesadilla y todos los recuerdos que esta
contenía.
–Maldito, tengo que atraparte, vas a caer desgraciado–, decía Roberto
en sus pensamientos, tratando de recordar la escena en que el asesino se acerco
a él, para tratar de recordar algún rasgo de su rostro, sin embargo era inútil,
por más que tratara de recordar no podía hacerlo, nuevamente se recostó y
cubrió su rostro colocando el brazo sobre sus ojos y trato de dormir un poco
más.
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